El dolor es una sensación que todos hemos experimentado. Y justo por eso, a nadie le gustaría sentirla de nuevo. Pero las personas con dolor crónico la viven de manera constante.
Este tipo de dolor también se caracteriza por relacionarse con enfermedades que no pueden curarse por completo o sobrellevarse.
Se le conoce como ‘dolor persistente’ y a veces tarda en manifestarse. Puede comenzar de manera aguda y terminar en crónica. Por ejemplo, si una persona tiene ciertos problemas para respirar y no atiende el problema (dolor agudo), podría resultar en asma (dolor crónico).
También suele estar presente en enfermedades progresivas, como el Parkinson, la artritis o la fibromialgia. El dolor crónico puede variar de leve a intenso y se le considera así cuando dura más de 3 meses.
¿Sabías que la definición de ‘dolor’ permaneció igual desde 1979? La Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP) lo cambió apenas en 2020 y ahora es definida como:
“Una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada o similar a la asociada con daño tisular real o potencial”.
En el momento en que se experimenta una sensación dolorosa, a veces la persona puede apretar los ojos o contraer la boca. Hay toda una ciencia detrás de ello.
Resulta que existen dos grupos de músculos claves para cuando el rostro expresa una sensación de dolor. Tiene que ver con dos músculos: uno se llama orbicularis oculi y es el que nos hace entrecerrar los ojos, mientras que el otro se llama anguli oris y provoca que la boca se contraiga.
Luego de algunas investigaciones, los expertos han sugerido que el dolor constante también podría acelerar los signos del envejecimiento. Así lo reveló un estudio publicado en la revista Journal of the American Geriatric Society.
Tras analizar los resultados de más de 18 mil participantes, los científicos notaron que las personas jóvenes que han experimentado dolor durante mucho tiempo pueden parecer hasta dos o tres décadas más viejas. Esto, debido a la aparición de arrugas, canas y falta de movilidad, entre otros.
Algunas personas que sufren de dolores crónicos, por ejemplo un dolor de espalda crónico, tendrían un cerebro hasta un 11% más pequeño de lo normal.
Así lo determinó un grupo de investigadores, neurólogos y neurocirujanos de la Northwestern University Feinberg School of Medicine en 2004, cuando revisaron los efectos físicos que provocaba el dolor en el cerebro.
A todos nos queda claro: Nadie puede soportar más dolor que las mujeres (un parto es el más claro ejemplo). Pero también se debe a un dato científico. Resulta que ellas tienen más receptores nerviosos que ellos.
De ahí que sientan más dolor, pues se sabe que las mujeres tienen 34 fibras nerviosas por cada centímetro cuadrado de piel en la cara; en comparación con los hombres, con apenas 17. Además, enfermedades que se caracterizan por presentar dolor crónico, como la fibromialgia o la artritis reumatoide, son más frecuentes en mujeres que en hombres.
En el mundo, una de cada cinco personas sufre dolor que va de moderado a severo. De ellas, una de cada tres tiene limitaciones o incapacidad para llevar una vida independiente y autónoma. Tienen problemas para hacer ejercicio, dormir con normalidad, hacer tareas de casa, conducir, mantener actividad social, pasear o tener relaciones sexuales.
Según las estadísticas, el 50% de las personas que acuden a recibir atención primaria es por causa de algún dolor. De ellas, se sabe también que una de cada cinco sufre dolor crónico y una de cada tres tiene dolencias tan graves que no pueden lograr tener una vida normal.
Según datos de la IASP, el dolor es el motivo más frecuente por el que los pacientes visitan las Salas de Urgencias, con más del 70%. Tan sólo en Estados Unidos, cada año tienen lugar más de 115 millones de visitas a esta área hospitalaria.
Por fortuna, el dolor crónico no tiene por qué ser una condena para quien lo padece. Además de masajes, compresas frías y calientes y fisioterapia, existe una alternativa viable: la electroestimulación.
Funciona a un nivel mucho más interno: se envían impulsos eléctricos al cuerpo para que alivie el dolor desde dentro. Incluso, es capaz de bloquear el malestar antes de que la señal llegue al cerebro.
Es ampliamente recomendado tanto por médicos como por fisioterapeutas en todo el mundo y decenas de estudios científicos han documentado su efectividad.
Ya que hablamos de electroestimulación, resulta que existen aparatos especiales para aquellos que buscan aliviar estas molestias.
Estos aparatos son pequeños, fáciles de llevar, prácticos y pueden ser utilizados de manera muy sencilla. Pero sobre todo, son confiables: solo hay que colocar electrodos cerca de la zona donde hay dolor y regular la electroestimulación.
De hecho, existen aparatos que ofrecen tanto este tipo de electroestimulación como el masaje, más electroestimulación muscular (conocida como EMS), la cual genera estimulaciones musculares para optimizar la fuerza muscular y el rendimiento
Aparatos de electroestimulación como BackVolt ofrecen estas tres opciones en un mismo dispositivo. Es práctico, seguro y fácil de aplicar.
Como puedes ver, el dolor crónico seguirá siendo un tema de investigación para los especialistas, quienes seguirán desmenuzándolo para conocerlo desde dentro.
De momento, y para quien lo padece, existen opciones como la electroestimulación, cada vez más confiables, recomendadas por expertos y con resultados comprobados.
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