¿Alguna vez has acudido con un quiropráctico? Las personas se apoyan en estos especialistas para tratar algún dolor específico en la zona de la columna, pero sin tener que recurrir a fármacos.
Desde hace algún tiempo, la quiropraxia ha comenzado a llamar la atención de los expertos. Sin embargo, su práctica data de más de 100 años.
A continuación, te compartimos las bases de esta práctica, sus alcances y qué diferencias podría tener con la fisioterapia.
La labor de un quiropráctico (experto en quiropraxia) es utilizar las manos o pequeños instrumentos para aplicar una fuerza (la cual puede ser rápida y controlada) en una articulación de la columna.
El objetivo de la quiropraxia es la manipulación de la columna para mejorar su movimiento y la función física del cuerpo.
El nombre quiropraxia proviene de la palabra griega que significa “hecho manualmente”. Y aunque es una práctica que poco a poco se ha hecho más recurrente, su historia se remonta al año 1895.
Fue desarrollada por un curandero autodidacta llamado Daniel David Palmer, en Davenport (Iowa, Estados Unidos). La idea era aliviar padecimientos sin tener que recurrir a fármacos. Por ello, estudió la estructura de la columna vertebral y manipulación del cuerpo a partir de las manos. Fundó entonces la Escuela de Quiropraxia Palmer, la cual todavía hoy existe.
El quiropráctico explora la columna vertebral para identificar el lugar donde se ha producido algún problema de salud y ejerce presión para el desplazamiento de la vértebra.
Por ello, suele requerirse más de una sesión para eliminar completamente la presión sobre el nervio. De esta manera, la quiropraxia puede sugerirse en casos como afecciones de la columna vertebral, dolor de espalda, brazos y piernas, dolores de cabeza, colon irritable y gastritis, agotamiento físico, ansiedad o estrés y vértigo o mareos.
No se trata de prácticas opuestas ni rivales. Y justo para evitarlo, la primera pregunta siempre debe ir encaminada a saber cuál es la molestia del paciente. Es un buen punto de partida para el fin último de ambas: mejorar la calidad de vida.
La quiropraxia y la fisioterapia tienen algo en común: respaldan la utilidad de la llamada Estimulación Eléctrica Transcutánea (la cual es ampliamente conocida como TENS, por sus siglas en inglés).
Se trata de una terapia en la que se colocan electrodos en diversas partes del cuerpo. Una vez puestos se utiliza un electroestimulador, un aparato muy fácil de utilizar y que se encarga de liberar ligeras descargas eléctricas. La idea es que esta corriente pueda entrar directamente al cuerpo y bloquear la sensación de dolor, incluso antes de que la señala llegue al cerebro.
El electroestimulador BackVolt, por ejemplo, proporciona un aparato 3 en 1: además de TENS, ayuda a reducir la fatiga muscular usando impulsos eléctricos (terapia conocida como EMS) o relajar el cuerpo gracias a su masaje eléctrico.
Tendrán puntos en común y diferencias, pero lo cierto es que tanto la quiropraxia como la fisioterapia están destinadas al mismo fin: tu salud.
Lo importante siempre será contar con la mayor cantidad de información posible, para tener un panorama de opciones mucho más amplia.
Sea quiropraxia o sea fisioterapia, la recomendación es la misma: consultar con un especialista en la salud para que asesore cuál es la mejor opción para cada caso específico.
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